lunes, 22 de junio de 2009


EL DÍA

Era mi horario de almuerzo así que salí sin rumbo fijo. Era un jueves 5 de febrero de 2009. Los pasos me guiaron hasta mi casa, no tenía hambre, ni siquiera recuerdo si tenía algo para almorzar en casa. Deje la cartera y fui a la cocina a buscar una botella de Vodka que tenía guardada de hacia mucho tiempo y la puse sobre la mesa ratona frente al sillón. También fui por la caja de clonazepan 0,5 donde quedaban unas 18 pastillas y media, las saqué todas de su blister y las acomodé al lado de la botella de Vodka. Busque la cámara de fotos, me senté en el sillón, me saque los zapatos y le saque un par de fotos a esa escena; a la botella casi llena de Vodka y las 18 y ½ pastillas de clonazepan sobre el mantel cuadrille naranja. Tomé todas las pastillas sobre mi mano y las metí todas juntas dentro de mi boca. Le saqué la tapa al Vodka y me propuse tomar toda la botella. Cuando me tomé la mitad del Vodka que había en la botella me di cuenta de lo que estaba haciendo y de que ya no había vuelta atrás, que no sabía como era eso, no sabía cuanto iba a durar, cuanto iba a estar conciente y si algún día volvería a despertar, ni como lo iba a hacer. Me asusté; me asusté porque me di cuenta de si llegué a hacer algo así fue porque estaba mal, porque realmente estaba mal y me asusté por no haberme dado cuenta de lo mal que estaba, de no haber parado todo a tiempo, de no darme cuenta de que no estaba todo bien. Agarré el teléfono y llame a Santi sin poder parar de llorar: “Me acabo de tomar 18 pastillas de clonazepan con media botella de Vodka! Quiero que sepas que nada de esto tiene que ver con vos, que te quiero mucho y que hago esto porque yo estoy mal y nada tiene que ver con nadie”. Después de varias llamadas, de varias veces que oí sonar el teléfono mi cabeza se recostó sobre el sillón y dejó de escuchar.

Sentí una mano acariciando mi cabello, me moví levemente y escuché una vos familiar que decía: “Por fin Solcito! Que susto nos hiciste pegar”. Quise abrir los ojos pero solo podía ver bultos; ví un bulto en cuclillas frente a mi y unos dos bultos más uno o dos metros más allá de donde yo estaba. Vuelvo a cerrar los ojos. Escucho una bicicleta entrar y otra vez esa vos familiar sonaba: “llegaste!”

Me encontraba sentada en una cama, no recuerdo que llevaba puesto, pero si que tenía una necesidad enorme de hacer pis. Vi la enorme cama completamente blanca, la habitación también blanca en su totalidad y una cortina del mismo color, calada que me separaba del resto del mundo, pero que me dejaba ver que del otro lado estaba parado AgusMi. Al lado mío Santi. “Quiero hacer pis” fue el primer sonido que recuerdo; emití. Fue difícil ir al baño, no recuerdo si porque tenía unos de esos camisones que te ponen en las clínicas o si porque tenía que arrastrar ese perchero frío de caño que cargaba el suero que se conectaba a mi mano o talves ambas, o talves ninguna; no lo sé.

Desperté en una cama completamente blanca, pero no la misma que la anterior. Esta vez la habitación tenía más que un solo color porque los muchos caños e interminables cables eran grises. Intenté moverme y el dolor en mi mano izquierda me terminó de despertar. Quise sacar esa gruesa aguja que penetraba en mi mano y me di cuenta que tenía un cable conectado al dedo que según parece media mis pulsaciones. “Quiero sacarme esto! Sacame esto!” le dije a Santi que otra vez estaba al lado mío. Él llamo a alguien y vino una enfermera; “me duele mucho!” le dije. Me sacaron esa aguja horrible y trataron de conectarla en otro lado, no pudieron y volvieron a intentar otra vez. Esta vez lo lograron y ya no me dolía.

Recuerdo a Malena mirándome a los ojos, acariciándome el pelo, tomándome de la mano y diciéndome: “todo va a estar bien, tranquila”.

Recuerdo llamándola a mi mamá para contarle lo que pasó.

Recuerdo pidiéndole a Santi que no se vaya, que no quería pasar la noche sola ahí.

Sentado, recuerdo muy lejos de la cama, un psiquiatra me decía: “Lo más probable es que tengamos que trasladarte a una clínica psiquiatrita”

Recuerdo a la mamá de Santi sentada lejos de mi cama.

Recuerdo darle las llaves de mi dpto a Jesi para que “acomode” todo para cuando yo llegue. Recuerdo decirle que pase a buscar mi revista Ohlalá por mi trabajo para poder verla en casa.
Viernes, 6 de febrero de 2009, ya estaba terminando la tarde cuando a partir de una segunda opinión de otro psiquiatra, me dieron el alta y partí a mi casa.

viernes, 19 de junio de 2009

Tu nombre... Lulu
Tus mamás... Laly y Vero
Tu tía... Solcito
Tu hermana... Napumi

Siempre estás aquí. Te amamos...


Tu piel, mi piel; pegadas. Tu calor, tu olor; pegados a mi piel. Naciste un 24 de Junio, hace casi un año.
Hace un tiempo atrás, el 7 de Mayo te fuiste, no se donde, ni tampoco entiendo porque nos tuviste que dejar tan pronto, por qué el regalo de tu compañía se acabo tan fugazmente.
Te tuve poco tiempo conmigo, pero estuviste cuando más te necesité. Llegaba del trabajo angustiada, empapada en llanto y cuando entraba ahí estabas, esperándome, lamiéndome las lágrimas y haciendome olvidar.
Fuiste tan importante Lulu...